TANIA TURNER. EL UNIVERSAL.
Según informes de la FAO, alrededor del mundo las mujeres producen 60% de los alimentos que consumimos, pero sólo son dueñas del 2% de las tierras. Más allá de un asunto de propiedad privada, se trata de una muestra de la desigualdad entre hombres y mujeres en el acceso a los recursos naturales, y con ello a la participación política y la toma de decisiones. Sólo el 23% de los países en el planeta tienen leyes específicas para garantizar la igualdad de derechos en la tenencia de la tierra con las implicaciones en cuanto a ausencia de voz y voto de las mujeres sobre los territorios que viven y les dan pertenencia e identidad.
En México, según el boletín estadístico “Mujeres y Acceso a la Tierra 2020” de Inmujeres, el 34% de la fuerza laboral corresponde a mujeres en localidades rurales, quienes producen más de la mitad de los alimentos. En contraste, sólo una cuarta parte de las personas que cuentan con un certificado que las acredita como ejidatarias o comuneras son mujeres. Esto tiene implicaciones directas en la posibilidad de tener voz y voto en las asambleas donde se define el uso que se da a la tierra que trabajan las mujeres. De los 14.6 mil ejidos y comunidades en el país, sólo el 7.4% fue presidido por una mujer en 2019.
Según nuestra propia experiencia, durante la pandemia por Covid las mujeres en sus comunidades fueron las primeras en prever la falta de abasto en granos y hortalizas que incrementaría a partir de la contingencia sanitaria. Generaron iniciativas de soberanía alimentaria para mitigar estos efectos a través de la siembra y resguardo de maíz y frijol, así como el desarrollo y cuidado de huertos comunitarios en sus municipios, recuperando además los conocimientos de herbolaria para promover la medicina tradicional. Hoy esas comunidades están recuperando su salud y su autonomía en la generación de alimentos.
El acceso de las mujeres a la tierra genera impactos positivos no sólo en ellas como personas, sino en sus familias y todas las personas a su alrededor. Cuando una mujer puede tener propiedad sobre su tierra, también se le abre acceso a la participación política y la toma de decisiones, lo que les facilita su trabajo como agentes de cambio en favor de toda su comunidad. Además, esa titularidad con todas sus repercusiones les permite tener autonomía económica y, con ello, mitigar y hasta erradicar la violencia doméstica.
Por todo lo anterior, desde Fondo Semillas decidimos lanzar este 2021 la campaña ¡A Toda Madre… Tierra!, que busca recaudar un millón de pesos para financiar a grupos de mujeres organizadas que luchan por su soberanía alimentaria, por ser dueñas de sus tierras, tener autonomía económica, vivir libres de violencia y por proteger los ecosistemas. Trabajamos con mujeres indígenas enmarcadas en la idea de “Buen Vivir”, porque hemos aprendido que vivir bien implica vivir en armonía con los animales y el medio ambiente que nos rodea.
La campaña ¡A Toda Madre… Tierra! resalta el vínculo que tienen los pueblos indígenas con la naturaleza, sus recursos y las luchas que sostienen para defender los ecosistemas. Alrededor del 6% de la población mundial corresponde a pueblos indígenas, y ese pequeño porcentaje es el que protege el 80% de la biodiversidad que aún queda en el planeta. Sabemos que necesitamos generar acciones urgentes, contundentes y directas para mitigar y, ojalá, contrarrestar los impactos que la depredación y la explotación indiscriminada de los recursos naturales han dejado en nuestros territorios.
Fondo Semillas ha apoyado a organizaciones como Mujeres Pescadoras del Manglar, la primera cooperativa de pescadoras afromexicanas e indígenas de la Costa Chica de Oaxaca, quienes protegen la Laguna de Chacahua, joya natural de su comunidad. Ellas concientizan a las personas que ahí habitan de que existen alternativas económicas sustentables ante la sobreexplotación pesquera y el turismo masificado. Ellas monitorean la salud de la laguna, miden la salinidad, el oxígeno disuelto y la temperatura para preservarla, y que futuras generaciones la vean así de viva. Gracias a ellas, este manglar sigue siendo un pulmón de oxígeno y un purificador natural de agua. Ellas son ¡A Toda Madre Tierra!
Como ésta, existen cientos de organizaciones y esfuerzos feministas que fomentan estrategias armónicas y respetuosas de producción, impulsan el desarrollo comunitario sostenible que permita la renovación y conservación de los recursos, defienden el territorio ante industrias extractivas, privilegian la distribución equitativa y justa del trabajo, así como la riqueza. Ellas requieren de nuestro apoyo.
Es momento de unirnos y ayudar a mujeres mexicanas que dedican su vida a la lucha contra la crisis ambiental y la defensa de nuestros recursos naturales.
Para saber más de la campaña y apoyar donando visita: https://semillas.org.mx/a_toda_madre_tierra/
Twitter: @La_Tans