MARIBEL ALBA. EL HERALDO DE CHIHUAHUA.
Actualmente viven en las zonas montañosas especies como el venado cola blanca, el jabalí y el guajolote silvestre
De acuerdo con el maestro José Manuel Ochoa Barraza, esto se deriva de que a los pastizales no se les considera un ecosistema natural. La falta de preservación ha causado además que el agua de lluvia corra sobre la tierra y se vuelva “chocolatosa”, generándose la pérdida de suelo, pues de haber pastizal se preservaría el agua, se alimentarían los mantos freáticos y de paso la fauna silvestre.
“Los valles, compuestos por pastizales, son zonas particularmente planas. Lugares con suelos muy profundos. Tiene ciertas características biológicas muy importantes. Son los lugares más productivos por la riqueza de sus suelos, por la humedad que guardan, por la cercanía a ríos y cuerpos de agua como lagos y lagunas. La vegetación en estos sitios es más productiva y por ende la fauna está asociada más fuertemente”, explicó.
El Maestro comentó que como sociedad nos hemos apropiado de estas zonas para asentamientos, carreteras o agricultura, alejando a la fauna. Particularmente en los estados del norte los valles han sido utilizados para la siembra de alimento para ganado, debido a que no se les considera ecosistema natural y no hay esfuerzos por preservarlos.
“El pastizal estaba asociado directamente con incendios o el pastoreo de grandes masas de mamíferos, como las migraciones de manadas de búfalos. Otras especies, más residentes, que también hacían uso fuerte del pastizal era el berrendo, del cual probablemente muchos de nosotros no hemos oído hablar. Es una especie que tuvimos en el valle del Papigochi y no sabemos desde qué año desapareció”, expuso.
Los incendios eran parte natural del pasto y el proceso favorecía su rebrote en las siguientes temporadas de lluvia, combatiendo otras plantas que actualmente han venido desplazando a los pastizales.
“Podríamos decir que la extracción de la leña ha reducido el desarrollo de vegetación leñosa, que en realidad se saca de árboles secos. Esto ha traído sus consecuencias como la desaparición del carpintero imperial, que era un ave del tamaño de un cuervo, quien para anidar necesitaba troncos muy gruesos y ya no los tenemos por extracción de madera”, mencionó.
La importancia de la vegetación en los valles, agregó, es la preservación del agua, por lo que la existencia de manantiales, por ejemplo, ya es escasa.