GABRIEL QUADRI DE LA TORRE. EL ECONOMISTA.
Es abrumadora la acumulación de datos y proyecciones científicas sobre los impactos del calentamiento global. Llegan a aturdir y a crear indiferencia (al igual que las espantosas cifras cotidianas de asesinatos y masacres en nuestro país). Será tal vez que el futuro nos importa poco, y que los humanos tenemos programada una alta tasa de descuento en nuestra mente. Esta semana el Panel Inter-Gubernamental de Cambio Climático (IPCC, organismo científico que asesora en la materia a la ONU) publicó su más reciente reporte sobre los riesgos e impactos del cambio climático. El informe documenta sobre rigurosas bases científicas el fenómeno, y ofrece motivación y elementos de juicio a los gobiernos y tomadores de decisiones sobre la urgencia de actuar, tanto para reducir drásticamente emisiones de Gases de Efecto Invernadero (mitigación), como para adoptar medidas contra el calentamiento que ya se observa y que es en mucho irreversible (adaptación).
El reporte se basa en el trabajo de cientos de científicos en el seno del IPCC, en el análisis de miles de variables relevantes, y en complejísimos modelos de simulación y dinámica atmosférica. Los pronósticos del IPCC con escalofriantes. Se plantean varios escenarios o trayectorias de emisión de Gases de Efecto Invernadero, que tienen distintos desenlaces. En uno, el más optimista, se cumplen los objetivos del Acuerdo de Paris, y desemboca en un aumento de la temperatura de entre 1.5°C y 2°C, con consecuencias moderadas sobre el clima del planeta. Sin embargo, el escenario tendencial, en el que no hay una respuesta efectiva de reducción de emisiones, el aumento en la temperatura del planeta hacia finales del siglo llegaría a 5°C, algo verdaderamente catastrófico. Vale la pena tomar en cuenta que la diferencia en la temperatura promedio entre la última glaciación y la actualidad es de 5°C aproximadamente. Esa diferencia, como es obvio, se asocia con un planeta totalmente distinto, desconocido para cualquier fin práctico, y difícil de imaginar.
El IPCC prevé cambios radicales en sistemas biogeoquímicos vitales, así como en ecosistemas fundamentales para el planeta, acontecimientos climáticos extremos de amplia distribución, derretimiento a gran escala de glaciares en Groenlandia y la Antártida, derretimiento de los hielos árticos y menor capacidad de reflexión de la energía solar al espacio, elevación del nivel del mar y desaparición de grandes áreas de tierras hoy emergidas, y eventos singulares de alcance catastrófico. Se identifican enormes riesgos y consecuencias sobre la biodiversidad, sobre la salud pública, la fisicoquímica y corrientes oceánicas, mortalidad masiva de bosques y selvas, incendios forestales devastadores, derretimiento de suelos árticos (Permafrost) y liberación de grandes cantidades de CO2 y de Metano, lo que va a reforzar el propio proceso de calentamiento global. Con la acidificación del mar y mayores temperaturas, los arrecifes de coral tenderán a extinguirse, así como los bosques marinos de Kelp (algas marinas arborescentes), praderas de pastos marinos, manglares y otros ecosistemas costeros. Habrá modificaciones profundas en los patrones de precipitación (sequías, inundaciones extremas). En tierra, algunas especies y ecosistemas intentarán emigrar hacia mayores latitudes y altitudes, o bien, desaparecerán para siempre. Enfrentamos la extinción de mayor envergadura desde el Cretácico-Terciario.
Dado que todo esto ocurrirá en alguna medida, en virtud de las emisiones de GEI ya acumuladas e inevitables en el mediano plazo, los costos para las sociedades humanas serán más onerosos entre mayor sea el aumento de temperatura en el intervalo entre 1.5°C a 5°C. Por ello, son indispensables políticas, acciones y proyectos de adaptación. Por ejemplo, obras de protección costera y políticas de manejo integral de costas; Áreas Naturales Protegidas y corredores biológicos; restauración forestal y de cuencas a gran escala; tratamiento y re-uso de aguas residuales; obras de trasvase hídrico entre cuencas y de protección contra inundaciones; medidas estrictas de uso eficiente del agua.; nuevos sistemas de riego y de mejora genética de cultivos para resistir plagas, sequías e inundaciones; regulación eficaz de usos del suelo, planeación urbana y de asentamientos humanos en general para reducir la vulnerabilidad; sistemas resilientes de generación de electricidad y almacenamiento de energía; nuevas instituciones y políticas de alerta temprana, protección civil y prevención de desastres; y, políticas de salud pública para prevenir la emergencia de nuevas enfermedades zoonóticas.
Las cosas son peores para México. Somos particularmente vulnerables al cambio climático, y tenemos un gobierno que lleva al país al retroceso en materia de mitigación de emisiones, y que es incapaz siquiera de vislumbrar políticas de adaptación.
@g_quadri