sábado , 26 septiembre 2020
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Discurso de Felipe Calderón, en reunión con líderes del sector campesino

Ciudad de México 28 de julio de 2006

Gracias y buenos días a todas ustedes, a todos ustedes. Muchas gracias por la camisa; muchas gracias por todo su afecto, por sus palabras, por su apoyo. Me da mucho gusto, amigas y amigos, estar en este foro sobre el campo; que iniciemos así, cuanto antes, una reflexión acerca de los principales problemas que enfrenta el sector y desde luego las vías para resolverlos.

Quiero agradecer a todas las organizaciones aquí presentes por su presencia, agradecer a todos los dirigentes y desde luego decirles una cosa muy clara, amigas y amigos: yo les agradezco enormemente a todos aquellos que me apoyaron en la campaña electoral y les digo que aunque gobernaré como Presidente de México para todos, a ustedes les digo que si estuvimos juntos en la campaña, vamos a estar juntos en el gobierno.

En ella, en la campaña, tuve oportunidad, el privilegio inigualable de hablar con ustedes, de hablar con la gente del campo, de ver directamente sus problemas y necesidades.

En mi recorrido por todo el país pude constatar nuevamente la realidad campesina de México, ver cómo la miseria del país sigue ahí, ver cómo el campesino es el mexicano que más trabaja y el que menos gana.

Comparar cómo este sector, en relación con otros de la economía, presenta un enorme rezago en servicios, en oportunidades productivas, en apoyo, en escuelas, en clínicas. Un enorme rezago también en inversión y capitalización, que lo hace ser un sector con un enorme potencial que ha sido medularmente desaprovechado.

Porque el campo, amigos, con toda la enorme riqueza que produce nuestro México, produce poco si lo comparamos con lo que es capaz de producir. Tenemos riquezas inigualables que la naturaleza nos ha dado, sobre todo tenemos la principal riqueza, que es nuestra gente del campo.

Sé también que lo que hagamos por el campo y por su gente será determinante para combatir la desigualdad y acabar con el rezago que el campo ha sufrido durante décadas. Yo no quiero ver dos realidades distintas, yo no veo por qué deban existir dos Méxicos: el México del campo y el México de la ciudad, el México desarrollado y el México de la miseria. No veo a México dividido.

No lo quiero ver así en el futuro, dividido entre quienes tienen y quienes no tienen, entre el México del norte y el México del sur. Yo veo en el futuro, amigas y amigos, un solo México.

Un solo México próspero, un solo México unido, un solo México desarrollado. Un solo México, donde cada niña y cada niño, independientemente de su origen, si su padre o su madre son ejidatarios o comuneros o hijos de un obrero o de un comerciante, todos a final de cuentas son iguales, somos iguales.

Yo veo ese México unido y firme; un México unido de norte a sur, un México unido de costa a costa. Un México unido desde la montaña hasta la playa, un México unido en su raíz, en su identidad, en su cultura, sobre todo un México unido en la justicia. Eso es lo que quiero y eso es lo que me propongo hacer desde el primer día de mi gobierno, un México unido y fuerte por todos los mexicanos.

Por eso, como Presidente voy a convocarlos a que juntos reactivemos el campo, que trabajemos para modernizarlo, para hacerlo más productivo, para que genere empleos y oportunidades no sólo en el cultivo de la tierra.

Necesitamos abrir oportunidades de trabajo para los jóvenes, no sólo en el trabajo agrícola primario, sino en otras actividades acordes con su vocación, con las oportunidades educativas que les brindemos, que puedan tener un ingreso digno en su propia tierra, aunque sea en actividades distintas a las del padre o a las del abuelo.

Porque podemos generar riqueza en el campo, amigas y amigos, en la industrialización misma de los productos agrícolas, en su comercialización, en los servicios prestados al campo. Podemos generar y debemos generar riqueza en el campo, en el turismo mismo, generar oportunidades cada vez más amplias, que no hagan que siga repitiéndose esta fatídica historia de que el hijo, el nieto, el biznieto del ejidatario, ha tenido que irse a arriesgar la vida y quizá perderla por cruzar a los Estados Unidos. Ya se ha dicho aquí y lo retomo con gusto, es cierto, mi lema de campaña que sostuvimos: Para que vivamos mejor y hoy digo con ustedes, para que vivamos mejor vamos a meterle duro a sacar adelante al campo mexicano.

En él viven casi 25 millones de personas y de ellos casi la mitad es menor de 20 años, 12 millones de mexicanos son menores de 20 años. La gran mayoría de ellos ya no tiene acceso a la tierra y demandan oportunidades de empleo y de ingreso. Sus chiquillos que están hoy corriendo entre las parcelas, en las brechas encharcadas.

Esos niños que andan en las veredas rumbo a la escuela o rumbo a la parcela. Esos niños no tienen ahora oportunidad de futuro. Tenemos que abrirlas para ellos, tenemos que concentrarnos todos en cómo generar oportunidades de trabajo digno, de vida digna, de realización personal plena. Esta población joven va a seguir creciendo cuando menos hacia el año 2030.

Por eso, va a ser fundamental generar oportunidades para que los jóvenes encuentren en el campo, sin moverse, sin abandonar a su padre, a su madre, a sus hermanos, a su esposa; encuentren ahí actividades rentables en las regiones agrícolas.

Por otra parte, tenemos una realidad que es, desde luego, preocupante y que llevaré plenamente conciente en la Presidente de la República. Por el otro lado, tenemos una población de ejidatarios que se hace grande, que se hace mayor en edad, que se va convirtiendo rápidamente en adultos mayores, 63% de los ejidatarios y comuneros ya son mayores de 56 años de edad. De éstos, el 31% tiene más de 65 años de edad.

Los campesinos mayores no tienen ningún acceso en su mayoría a sistemas de pensiones y la gran mayoría vive en la miseria después de haber trabajado toda su vida de sol a sol. Uno de cada 5 ejidatarios es mujer.

Me tocó ver desde hace mucho tiempo una realidad que ahora está multiplicada, ver en los ejidos a una mujer que echa las tortillas al comal, de mañana, pero inmediatamente va ella a la parcela y ella es la que toma el tractor, ella es la que consigue el fertilizante, ella es una mujer sola que saca adelante a sus hijos, es también la que va a la escuela a preguntar cómo va la escuela y la que se encarga de reunir el esfuerzo comunitario para levantar la barda.

He visto, amigos, como México sale adelante en el campo también, a través de mujeres, de una realidad de dolor marcada por la migración en nuestro país. Yo quiero, amigos, poner en marcha incentivos, apoyos, mecanismos, que le ayuden a esa mujer, no que le den caridad, no que le den limosnas, sino oportunidades de poder labrar la tierra, cuidar la escuela y alimentar a sus hijos, porque creo firmemente que este país será cada vez más igual, que habrá cada día, por fortuna nuestra, más mujeres incorporándose al mundo del trabajo.

Más mujeres que inciden en la vida de los ejidos y las comunidades, más mujeres que me atrevería a asegurar ahora, que son la mayoría de las líderes en las colonias populares, en las ciudades. En suma, yo lo que quiero amigos, es una política efectiva para jóvenes, adultos mayores, mujeres, niños del campo, se desarrollen, tengan los medios para vivir una vida digna con empleo, salud, educación y bienestar.

Para que eso tenga lugar, no me cabe la menor duda del papel de las organizaciones campesinas, las aquí presentes y otras. Para mí el papel de las organizaciones campesinas es fundamental, sin ellas no puede haber transformación en el campo. Las organizaciones campesinas y de productores son el interlocutor más importante entre el gobierno y la sociedad rural, su liderazgo requiere que sea reconocido y que ese liderazgo permita impulsar la asociación y la organización para la producción.

Un liderazgo que contribuya al bienestar de las familias campesinas, que partamos entre líderes, organizaciones, familias campesinas y gobierno, de algo que enfaticé en la campaña electoral y que sé que el campesino lo tiene bien presente. Como me dijo alguna vez uno de ustedes: Felipe, no queremos limosnas, no queremos caridades; queremos lo que es nuestro, oportunidades para trabajar, oportunidades para vivir mejor, para sacar adelante la parcela, para vender a mejor precio el producto, para mejorar la tierra, para mejorar el riego.

Oportunidades para salir adelante con nuestro propio trabajo y eso yo le garantizo a los campesinos, que más que limosna, más que caridades, conmigo habrá oportunidad de sacar adelante por nuestro propio esfuerzo a la familia y a México. Yo quiero, amigos, un nuevo pacto en el campo mexicano. Quiero un nuevo pacto con los campesinos y con los indígenas del campo mexicano.

Por eso los invito a que trabajemos desde ahora en cómo construir lo que en campaña llamé y propuse, el Pacto para el Desarrollo Rural, porque sé que sacar adelante al campo significa sacar adelante a México. Como Presidente electo los voy a convocar para que juntos construyamos un pacto para el desarrollo rural; pero miren, México no tiene tiempo que perder.

Eso será cuando resuelva el Tribunal, sí, pero mientras tanto yo no me voy a quedar sentado a ver a qué hora. México necesita trabajar cuanto antes. Por eso, desde ahora, como ganador de la elección presidencial y futuro Presidente de México, convoco a que trabajemos desde ahora en una mesa de trabajo para diseñar el Pacto para el Desarrollo Rural.

Quiero, amigos, que trabajemos de manera honesta; viendo, sí, el legítimo interés de las organizaciones, pero sobre todo sobre el legítimo interés de las organizaciones, viendo el interés de México. Un pacto para el desarrollo rural sobre la base de 10 principios fundamentales, 10 principios que nos permitan construir la política de Estado de la que se hablaba aquí.

El primer principio tiene que ser la equidad, la equidad con la gente más pobre, con la más necesitada en el campo; equidad ya no digamos con quien tiene las 10 o las 50 hectáreas; equidad con quien tiene apenas media hectárea, equidad con tiene apenas surcos, equidad con quien ni siquiera tiene tierra, el trabajador agrícola que tiene que salir adelante con su familia.

Equidad con los comuneros, con los indígenas que ven cómo avanza el talamontes en su tierra y él está inerme, indefenso y muriéndose de hambre. Equidad, amigos, con las mujeres solas, con los ancianos en el campo; con las mexicanas y mexicanos que viven en la miseria y que, en su mayoría, siguen en el área rural.

Segundo principio, el principio de la competitividad. Porque yo quiero -lo dije y lo repito, amigos- no un México agachado, no un México temeroso de un mundo que compite, que está ahí y que no nos va a esperar. Yo quiero un México puesto de pie y que en un mundo que nos compite, lejos de encerrarse, lejos de agacharse, lejos de temer, es un México que compite y no sólo que compite, un México que compite y que gana en ese mundo, porque tenemos todo para ganar y vamos a hacer un campo para un México ganador.

¿Qué tenemos que hacer? Desde luego actuar cuanto antes en lo que ya viene y que aquí José Luis recordaba: la circunstancia de los maiceros, de los frijoleros, de los cañeros, para el 2008.

Sepan ustedes, amigas y amigos, que no estarán solos; desde ahora vamos trabajando en diseñar un programa específico para ayudar y aliviar la condición de quienes puedan verse afectados por ese momento, simple y sencillamente para que no se vean afectados y cuenten con la solidaridad de todos los mexicanos para sacar adelante a estos sectores.

Para un campo competitivo y ganador necesitamos también programas de capacitación, fomentar la investigación en los procesos productivos, adaptarse a nuevas tecnologías, explorar el potencial por ejemplo que tiene la producción en invernaderos, dar la asesoría y el financiamiento que nos permita dar el salto a mejores condiciones competitivas para México, otorgar acceso a energía de mayor calidad y menor costo, a insumos más baratos para los productores mexicanos.

Vamos a hacer que las cadenas productivas hagan que la ganancia se distribuya más parejo, que no quede toda la ganancia en quien coloca el producto en el estante final de una tienda, que si un kilo de tortillas vale 10 pesos o 9 en el súper, en su venta final envuelto en una bolsa de plástico y ese mismo kilo de maíz vale menos de un peso a veces en la parcela, que esos 9 pesos de ganancia se distribuyan con equidad a todo lo largo de la cadena, que los campesinos se beneficien no sólo de la semilla que han cultivado, sino también de la comercialización de esa semilla. Vamos, para lograr competitividad, a meterle fuerte a infraestructura rural, mejores caminos, mejor infraestructura hidráulica.

Necesitamos evitar que el agua se nos cuele para abajo de la tierra, necesitamos aprovechar hasta la última gota para el producto agrícola y también para el consumo humano, no podemos ignorar esta realidad. El pacto para la competitividad, amigas y amigos, significa fortalecer los programas públicos que han funcionado, los programas públicos como el Procampo; los programas públicos para los productores -como ya he dicho- de maíz, frijol, los lecheros, cañeros, que los tengan en condiciones equitativas frente a otras economías.

Tercer principio, igualdad de oportunidades. He dicho que la puerta para salir de la pobreza, más bien las puertas para salir de la pobreza son varias. El niño del campo, el hijo de un ejidatario que vive en la miseria tenga la misma oportunidad de tener educación de calidad que un niño que nace en cualquiera de las colonias alrededor de este sitio, porque la educación le va a abrir el camino al desarrollo y la puerta de la salud, la puerta del agua potable y el drenaje.

Cuarto, fortalecer la vocación productiva regional. Hagamos que en ese pacto por el desarrollo rural entendamos que México no es igual, que cada zona del país tiene su capacidad productiva; que capacidad productiva tienen los Altos de Jalisco y la tienen también, precisamente, los productores y los maiceros de todo el país; los cañeros de Veracruz, de Morelos, o los piñeros de Oaxaca, de Tuxtepec; o los productos de hortaliza de muchas zonas del país, los productores de nopal aquí mismo en el Distrito Federal, por cierto, en muchas partes del país. Pero si entendemos mal, si creemos que México es igual en su vocación agrícola y se diseñan centralmente programas que tienen que ver con una realidad distinta en cada región, vamos a fracasar como ha ocurrido antes. Necesitamos impulsar la vocación productiva regional, porque nuestra diversidad es nuestra riqueza.

Quinto principio, corresponsabilidad. Un pacto para el desarrollo rural parte de la premisa de que estamos hablando entre gente responsable. Yo tendré que hacerme responsable de las decisiones de gobierno; pero la responsabilidad del Presidente no será la única, cada quien tendrá que hacerse responsable también de los programas, de los recursos, de los resultados; que tengamos la honestidad con México de reconocer qué funciona y qué no funciona; que tengamos la capacidad de cambiar, precisamente, la orientación de los programas cuando así lo demande el sentido común.

Sexto, eficiencia. Me queda muy claro que para que haya economía competitiva y campo competitivo el gobierno también tiene que ser competitivo y eficiente. Por eso, quiero una ventanilla única y vamos a construir un padrón único de beneficiarios para que el apoyo llegue al campo, pero a las personas que más lo necesitan, para que no haya dobletes o trinquetes -que también hay- en los apoyos productivos; que sea para la gente que verdaderamente lo necesita.

Séptimo, confianza. Fortalezcamos el diálogo entre el sector rural y el gobierno, la confianza entre gobernantes y gobernados es medular para llevar a México al futuro. Les quiero decir, amigos, que yo confío en ustedes. Yo confío en ustedes y les puedo asegurar que ustedes pueden confiar en mí, no les voy fallar.

Octavo, sustentabilidad, medio ambiente, desarrollo sustentable. Soy un creyente en ello y tenemos que pensar, como ya se dijo aquí, en el México de nuestros hijos y de nuestros nietos y en el México que leerá esta página de la historia dentro de dos o tres siglos, tenemos que pensar en ellos. Tenemos que actuar con nuestros recursos naturales con la responsabilidad de que lo que hoy tenemos de agua, de bosque y de tierra no nos pertenece, nos fue dado por nuestros padres, pero lo tomamos prestado de nuestros hijos y tenemos que cuidar nuestros recursos.
Al mismo tiempo, pensemos en generar programas que permitan que la gente salga de la miseria y a la vez recupere el medio ambiente. Es el caso del programa Proárbol que he propuesto, en aquellas comunidades, sobre todo pienso en comunidades indígenas; por ejemplo, en comunidades mazahuas entre Michoacán y el Estado de México, que tienen que cuidar la zona que protege la mariposa Monarca.
En lugar de que la miseria los haga estar tumbando los oyameles que hay ahí y acabar con los cuerpos de agua del subsuelo, que mejor tengan un ingreso a partir de cuidar esos oyameles y de sembrar nuevos. Que tengan un ingreso a raíz de plantar más bosque y lo mismo pienso para las selvas en Chiapas o en Tabasco o en Campeche. Lo mismo pienso para la Huasteca y lo mismo pienso para todo el país, tenemos que generar ingreso digno a partir del medio ambiente.

Noveno, financiamiento para el campo. El pacto que propongo implica que haya crédito oportuno, 30 años sin crédito en el campo porque el desequilibrio, la irresponsabilidad con la que se condujeron las finanzas públicas hizo a México caer en el caos. Yo no quiero, amigos, que México vuelva al caos; no quiero que la inflación acabe con los ingresos, empezando por los más pobres, y que de remate acabe -como acabó- con el crédito; cuando se tenía una inflación del 100% al año amigos, el crédito tenía que ser del 120% al año. Eso no es crédito.
Por eso México se quedó sin financiamiento, ni para el campo, ni para los caminos, ni para las escuelas. Hoy, amigos, yo sé que no se siente, no se come, pero cuenta también el poder tener crédito a 30 años para una casa o el poder tener crédito a 30 años para una carretera. ¿Qué es lo que yo busco ahora, amigos? Que con la estabilidad económica que hemos logrado, ahora demos el paso adelante para darle crédito otra vez al campo, que llegue oportunamente al campo y sin pretexto.
¿Saben por qué? Porque ya se creó la Financiera Rural y con mucho esfuerzo y con el pago de los mexicanos a través de sus impuestos ya se capitalizó con una buena lana la Financiera Rural. Así que la vamos a sacudir, la vamos a zangolotear hasta que suelte el crédito para la gente del campo.

Décimo, certidumbre jurídica. Creo en el Derecho, creo en la fuerza de las instituciones. En una sociedad, amigos, lo que nos permite convivir siendo diferentes, pensando diferente; lo que le permite convivir a un campesino con otro es una ley que diga qué es lo de cada quien. Y les voy a decir, en una sociedad plural como la mexicana lo que permite convivir a un panista con un priista, con un perredista; a un católico con un cristiano, con un evangélico o con un judío; lo que nos permite a todos convivir en unidad, es la ley, es respetarnos unos a otros.

Y la frase de Benito Juárez que tanto se invoca en el discurso del Benemérito de las Américas tiene que ver con ello; en la fe y en la fuerza que Benito Juárez tenía en la legalidad y en las instituciones. Por eso, él hablaba del respeto al derecho. Por eso, él dijo que el respeto al derecho ajeno es la paz. “Entre los individuos como entre las naciones, el respeto al derecho ajeno es la paz”, y yo hoy digo: entre los mexicanos como entre las naciones, el respeto al derecho de todos, el respeto a la legalidad, el respeto a las instituciones, es la paz, en el campo, en la política y en todos los órdenes de la vida nacional.

Así que certidumbre jurídica. Los conflictos agrarios destruyen el desarrollo del campo, vamos a revisar el censo de conflictos agrarios, vamos a darle un esfuerzo adicional y aquellos que prevalezcan en el país vamos con sinceridad a buscar una solución definitiva para ellos, porque queremos un campo con paz social, organizado y productivo, un campo en el que encuentren oportunidad de mejorar su vida todos los que en él habitan.

El gobierno democrático que encabezaremos a partir del primero de diciembre, actuará en todo momento con la fuerza de la legalidad para alcanzar el bien común. He dicho en forma reiterada que aspiro a que vivamos en un México sin desigualdades, sin esas terribles desigualdades que lastiman y ofenden sobre todo a nuestros campesinos. He dicho que quiero un solo México, no un México dividido entre el norte y el sur; un solo México y voy a ser -se los aseguro, amigos- un Presidente comprometido con el México agraviado, con el México olvidado; con el México de la pobreza, con el México del sur, sureste del país.

Quiero ser el Presidente más comprometido con el sur y sureste de la República Mexicana. Quiero convocarlos, amigos, finalmente, a que juntos construyamos el México ganador en el que hemos soñado y por el cual hemos luchado.

Los mexicanos hemos decidido a través de las urnas el destino que quieren para México y nadie puede colocarse por encima de las leyes y las instituciones. La única forma en que podemos transitar hacia la unidad entre los mexicanos es conducir nuestros actos y ejercer nuestra libertad dentro de la legalidad y el respeto a las instituciones democráticas.

Yo lo digo con orgullo de mexicano, tuvimos una contienda electoral competida, sí, muy competida; pero también el 2 de julio, millones y millones de mexicanos fuimos testigos de una verdad que nadie ha podido desmentir con una sola prueba: tuvimos una jornada ejemplar en las elecciones del día 2 de julio.

Hoy debemos estar orgullosos de nuestro país, orgullosos de México y de las instituciones que hemos construido; de que la fuerza como nación está en su pluralidad y la fuerza de la pluralidad está precisamente en el entramado legal e institucional que la hace posible.

Yo confío en los mexicanos y los mexicanos confiamos en las instituciones electorales, ésta es la verdad. Por eso he dicho y repito: el 2 de julio, ese millón de mujeres y de hombres que fueron funcionarios de casilla escogidos al azar; ese millón y medio de representantes de casilla de los partidos políticos, todos ellos cuidaron el voto. La gente fue a votar en paz y en calma, con absoluta convicción de lo que consideró mejor para México; votó por unos o por otros, pero lo relevante es que expresamos en paz lo que queremos.

Yo digo, amigos, los ciudadanos estuvieron a la altura del momento histórico de México. Es hora que todos los políticos, sin ninguna excepción, estemos a la altura de los ciudadanos mexicanos. Esto es un momento para que todos los mexicanos nos unamos, para que nos unamos y protejamos a México, a sus leyes y a sus instituciones, un momento para que protejamos la democracia mexicana.

La democracia, amigos, es respetar el voto. La democracia es respetar a los ciudadanos; no se trata simplemente de defender el triunfo de quien ganó, no es sólo eso, sino que es defender la decisión de todos los mexicanos expresada democráticamente. Por eso hoy reitero -como siempre lo he dicho-, desde las trincheras de la oposición desde las cuales luché por un México democrático, hoy repito que la democracia es respeto al voto, es sufragio efectivo, como dijo Francisco I. Madero; que la democracia es respetar la ley, democracia es respetar las instituciones.

Por eso, amigos, hoy reitero, exijo respeto al voto, respeto a la ley, respeto a los ciudadanos, porque todo eso es respeto a México. Exijo respeto para México y para los mexicanos que ya decidieron el 2 de julio. Amigas y amigos, me alegra estar aquí, éste será el primero de muchos encuentros que les pido que tengamos.

Desde ahora le voy a pedir a mi equipo, aquí presente, a que instale cuanto antes una mesa de trabajo con las organizaciones campesinas para empezar a diseñar, precisamente, estos trabajos; para empezar a bosquejar en torno a estos principios el pacto para el desarrollo rural.

Le voy a pedir a Florencio Salazar que se encargue personalmente de establecer contacto con todas las organizaciones, de recibir todas las propuestas, de comunicarme, de que empecemos a trabajar cuanto antes. Sí, que las instituciones hagan su trabajo, dejemos que el Tribunal cumpla su encomienda de revisar la ley, que desahogue plenamente los reclamos de mis adversarios.

Yo pido que se atiendan todos y cada uno de los reclamos de mis adversarios y que ninguno quede sin respuesta conforme a Derecho, pero al mismo tiempo, y mientras el Tribunal emite el fallo que haga la declaratoria definitiva de esta elección, México no tiene tiempo que perder y yo tampoco. Trabajemos desde ahora y desde ahora iniciemos esta mesa de trabajo por el pacto para el desarrollo rural. Muchas gracias, buenas tardes.

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Discurso de Felipe Calderón, en reunión con líderes del sector campesino

Ciudad de México 28 de julio de 2006

Gracias y buenos días a todas ustedes, a todos ustedes. Muchas gracias por la camisa; muchas gracias por todo su afecto, por sus palabras, por su apoyo. Me da mucho gusto, amigas y amigos, estar en este foro sobre el campo; que iniciemos así, cuanto antes, una reflexión acerca de los principales problemas que enfrenta el sector y desde luego las vías para resolverlos.

Quiero agradecer a todas las organizaciones aquí presentes por su presencia, agradecer a todos los dirigentes y desde luego decirles una cosa muy clara, amigas y amigos: yo les agradezco enormemente a todos aquellos que me apoyaron en la campaña electoral y les digo que aunque gobernaré como Presidente de México para todos, a ustedes les digo que si estuvimos juntos en la campaña, vamos a estar juntos en el gobierno.

En ella, en la campaña, tuve oportunidad, el privilegio inigualable de hablar con ustedes, de hablar con la gente del campo, de ver directamente sus problemas y necesidades.

En mi recorrido por todo el país pude constatar nuevamente la realidad campesina de México, ver cómo la miseria del país sigue ahí, ver cómo el campesino es el mexicano que más trabaja y el que menos gana.

Comparar cómo este sector, en relación con otros de la economía, presenta un enorme rezago en servicios, en oportunidades productivas, en apoyo, en escuelas, en clínicas. Un enorme rezago también en inversión y capitalización, que lo hace ser un sector con un enorme potencial que ha sido medularmente desaprovechado.

Porque el campo, amigos, con toda la enorme riqueza que produce nuestro México, produce poco si lo comparamos con lo que es capaz de producir. Tenemos riquezas inigualables que la naturaleza nos ha dado, sobre todo tenemos la principal riqueza, que es nuestra gente del campo.

Sé también que lo que hagamos por el campo y por su gente será determinante para combatir la desigualdad y acabar con el rezago que el campo ha sufrido durante décadas. Yo no quiero ver dos realidades distintas, yo no veo por qué deban existir dos Méxicos: el México del campo y el México de la ciudad, el México desarrollado y el México de la miseria. No veo a México dividido.

No lo quiero ver así en el futuro, dividido entre quienes tienen y quienes no tienen, entre el México del norte y el México del sur. Yo veo en el futuro, amigas y amigos, un solo México.

Un solo México próspero, un solo México unido, un solo México desarrollado. Un solo México, donde cada niña y cada niño, independientemente de su origen, si su padre o su madre son ejidatarios o comuneros o hijos de un obrero o de un comerciante, todos a final de cuentas son iguales, somos iguales.

Yo veo ese México unido y firme; un México unido de norte a sur, un México unido de costa a costa. Un México unido desde la montaña hasta la playa, un México unido en su raíz, en su identidad, en su cultura, sobre todo un México unido en la justicia. Eso es lo que quiero y eso es lo que me propongo hacer desde el primer día de mi gobierno, un México unido y fuerte por todos los mexicanos.

Por eso, como Presidente voy a convocarlos a que juntos reactivemos el campo, que trabajemos para modernizarlo, para hacerlo más productivo, para que genere empleos y oportunidades no sólo en el cultivo de la tierra.

Necesitamos abrir oportunidades de trabajo para los jóvenes, no sólo en el trabajo agrícola primario, sino en otras actividades acordes con su vocación, con las oportunidades educativas que les brindemos, que puedan tener un ingreso digno en su propia tierra, aunque sea en actividades distintas a las del padre o a las del abuelo.

Porque podemos generar riqueza en el campo, amigas y amigos, en la industrialización misma de los productos agrícolas, en su comercialización, en los servicios prestados al campo. Podemos generar y debemos generar riqueza en el campo, en el turismo mismo, generar oportunidades cada vez más amplias, que no hagan que siga repitiéndose esta fatídica historia de que el hijo, el nieto, el biznieto del ejidatario, ha tenido que irse a arriesgar la vida y quizá perderla por cruzar a los Estados Unidos. Ya se ha dicho aquí y lo retomo con gusto, es cierto, mi lema de campaña que sostuvimos: Para que vivamos mejor y hoy digo con ustedes, para que vivamos mejor vamos a meterle duro a sacar adelante al campo mexicano.

En él viven casi 25 millones de personas y de ellos casi la mitad es menor de 20 años, 12 millones de mexicanos son menores de 20 años. La gran mayoría de ellos ya no tiene acceso a la tierra y demandan oportunidades de empleo y de ingreso. Sus chiquillos que están hoy corriendo entre las parcelas, en las brechas encharcadas.

Esos niños que andan en las veredas rumbo a la escuela o rumbo a la parcela. Esos niños no tienen ahora oportunidad de futuro. Tenemos que abrirlas para ellos, tenemos que concentrarnos todos en cómo generar oportunidades de trabajo digno, de vida digna, de realización personal plena. Esta población joven va a seguir creciendo cuando menos hacia el año 2030.

Por eso, va a ser fundamental generar oportunidades para que los jóvenes encuentren en el campo, sin moverse, sin abandonar a su padre, a su madre, a sus hermanos, a su esposa; encuentren ahí actividades rentables en las regiones agrícolas.

Por otra parte, tenemos una realidad que es, desde luego, preocupante y que llevaré plenamente conciente en la Presidente de la República. Por el otro lado, tenemos una población de ejidatarios que se hace grande, que se hace mayor en edad, que se va convirtiendo rápidamente en adultos mayores, 63% de los ejidatarios y comuneros ya son mayores de 56 años de edad. De éstos, el 31% tiene más de 65 años de edad.

Los campesinos mayores no tienen ningún acceso en su mayoría a sistemas de pensiones y la gran mayoría vive en la miseria después de haber trabajado toda su vida de sol a sol. Uno de cada 5 ejidatarios es mujer.

Me tocó ver desde hace mucho tiempo una realidad que ahora está multiplicada, ver en los ejidos a una mujer que echa las tortillas al comal, de mañana, pero inmediatamente va ella a la parcela y ella es la que toma el tractor, ella es la que consigue el fertilizante, ella es una mujer sola que saca adelante a sus hijos, es también la que va a la escuela a preguntar cómo va la escuela y la que se encarga de reunir el esfuerzo comunitario para levantar la barda.

He visto, amigos, como México sale adelante en el campo también, a través de mujeres, de una realidad de dolor marcada por la migración en nuestro país. Yo quiero, amigos, poner en marcha incentivos, apoyos, mecanismos, que le ayuden a esa mujer, no que le den caridad, no que le den limosnas, sino oportunidades de poder labrar la tierra, cuidar la escuela y alimentar a sus hijos, porque creo firmemente que este país será cada vez más igual, que habrá cada día, por fortuna nuestra, más mujeres incorporándose al mundo del trabajo.

Más mujeres que inciden en la vida de los ejidos y las comunidades, más mujeres que me atrevería a asegurar ahora, que son la mayoría de las líderes en las colonias populares, en las ciudades. En suma, yo lo que quiero amigos, es una política efectiva para jóvenes, adultos mayores, mujeres, niños del campo, se desarrollen, tengan los medios para vivir una vida digna con empleo, salud, educación y bienestar.

Para que eso tenga lugar, no me cabe la menor duda del papel de las organizaciones campesinas, las aquí presentes y otras. Para mí el papel de las organizaciones campesinas es fundamental, sin ellas no puede haber transformación en el campo. Las organizaciones campesinas y de productores son el interlocutor más importante entre el gobierno y la sociedad rural, su liderazgo requiere que sea reconocido y que ese liderazgo permita impulsar la asociación y la organización para la producción.

Un liderazgo que contribuya al bienestar de las familias campesinas, que partamos entre líderes, organizaciones, familias campesinas y gobierno, de algo que enfaticé en la campaña electoral y que sé que el campesino lo tiene bien presente. Como me dijo alguna vez uno de ustedes: Felipe, no queremos limosnas, no queremos caridades; queremos lo que es nuestro, oportunidades para trabajar, oportunidades para vivir mejor, para sacar adelante la parcela, para vender a mejor precio el producto, para mejorar la tierra, para mejorar el riego.

Oportunidades para salir adelante con nuestro propio trabajo y eso yo le garantizo a los campesinos, que más que limosna, más que caridades, conmigo habrá oportunidad de sacar adelante por nuestro propio esfuerzo a la familia y a México. Yo quiero, amigos, un nuevo pacto en el campo mexicano. Quiero un nuevo pacto con los campesinos y con los indígenas del campo mexicano.

Por eso los invito a que trabajemos desde ahora en cómo construir lo que en campaña llamé y propuse, el Pacto para el Desarrollo Rural, porque sé que sacar adelante al campo significa sacar adelante a México. Como Presidente electo los voy a convocar para que juntos construyamos un pacto para el desarrollo rural; pero miren, México no tiene tiempo que perder.

Eso será cuando resuelva el Tribunal, sí, pero mientras tanto yo no me voy a quedar sentado a ver a qué hora. México necesita trabajar cuanto antes. Por eso, desde ahora, como ganador de la elección presidencial y futuro Presidente de México, convoco a que trabajemos desde ahora en una mesa de trabajo para diseñar el Pacto para el Desarrollo Rural.

Quiero, amigos, que trabajemos de manera honesta; viendo, sí, el legítimo interés de las organizaciones, pero sobre todo sobre el legítimo interés de las organizaciones, viendo el interés de México. Un pacto para el desarrollo rural sobre la base de 10 principios fundamentales, 10 principios que nos permitan construir la política de Estado de la que se hablaba aquí.

El primer principio tiene que ser la equidad, la equidad con la gente más pobre, con la más necesitada en el campo; equidad ya no digamos con quien tiene las 10 o las 50 hectáreas; equidad con quien tiene apenas media hectárea, equidad con tiene apenas surcos, equidad con quien ni siquiera tiene tierra, el trabajador agrícola que tiene que salir adelante con su familia.

Equidad con los comuneros, con los indígenas que ven cómo avanza el talamontes en su tierra y él está inerme, indefenso y muriéndose de hambre. Equidad, amigos, con las mujeres solas, con los ancianos en el campo; con las mexicanas y mexicanos que viven en la miseria y que, en su mayoría, siguen en el área rural.

Segundo principio, el principio de la competitividad. Porque yo quiero -lo dije y lo repito, amigos- no un México agachado, no un México temeroso de un mundo que compite, que está ahí y que no nos va a esperar. Yo quiero un México puesto de pie y que en un mundo que nos compite, lejos de encerrarse, lejos de agacharse, lejos de temer, es un México que compite y no sólo que compite, un México que compite y que gana en ese mundo, porque tenemos todo para ganar y vamos a hacer un campo para un México ganador.

¿Qué tenemos que hacer? Desde luego actuar cuanto antes en lo que ya viene y que aquí José Luis recordaba: la circunstancia de los maiceros, de los frijoleros, de los cañeros, para el 2008.

Sepan ustedes, amigas y amigos, que no estarán solos; desde ahora vamos trabajando en diseñar un programa específico para ayudar y aliviar la condición de quienes puedan verse afectados por ese momento, simple y sencillamente para que no se vean afectados y cuenten con la solidaridad de todos los mexicanos para sacar adelante a estos sectores.

Para un campo competitivo y ganador necesitamos también programas de capacitación, fomentar la investigación en los procesos productivos, adaptarse a nuevas tecnologías, explorar el potencial por ejemplo que tiene la producción en invernaderos, dar la asesoría y el financiamiento que nos permita dar el salto a mejores condiciones competitivas para México, otorgar acceso a energía de mayor calidad y menor costo, a insumos más baratos para los productores mexicanos.

Vamos a hacer que las cadenas productivas hagan que la ganancia se distribuya más parejo, que no quede toda la ganancia en quien coloca el producto en el estante final de una tienda, que si un kilo de tortillas vale 10 pesos o 9 en el súper, en su venta final envuelto en una bolsa de plástico y ese mismo kilo de maíz vale menos de un peso a veces en la parcela, que esos 9 pesos de ganancia se distribuyan con equidad a todo lo largo de la cadena, que los campesinos se beneficien no sólo de la semilla que han cultivado, sino también de la comercialización de esa semilla. Vamos, para lograr competitividad, a meterle fuerte a infraestructura rural, mejores caminos, mejor infraestructura hidráulica.

Necesitamos evitar que el agua se nos cuele para abajo de la tierra, necesitamos aprovechar hasta la última gota para el producto agrícola y también para el consumo humano, no podemos ignorar esta realidad. El pacto para la competitividad, amigas y amigos, significa fortalecer los programas públicos que han funcionado, los programas públicos como el Procampo; los programas públicos para los productores -como ya he dicho- de maíz, frijol, los lecheros, cañeros, que los tengan en condiciones equitativas frente a otras economías.

Tercer principio, igualdad de oportunidades. He dicho que la puerta para salir de la pobreza, más bien las puertas para salir de la pobreza son varias. El niño del campo, el hijo de un ejidatario que vive en la miseria tenga la misma oportunidad de tener educación de calidad que un niño que nace en cualquiera de las colonias alrededor de este sitio, porque la educación le va a abrir el camino al desarrollo y la puerta de la salud, la puerta del agua potable y el drenaje.

Cuarto, fortalecer la vocación productiva regional. Hagamos que en ese pacto por el desarrollo rural entendamos que México no es igual, que cada zona del país tiene su capacidad productiva; que capacidad productiva tienen los Altos de Jalisco y la tienen también, precisamente, los productores y los maiceros de todo el país; los cañeros de Veracruz, de Morelos, o los piñeros de Oaxaca, de Tuxtepec; o los productos de hortaliza de muchas zonas del país, los productores de nopal aquí mismo en el Distrito Federal, por cierto, en muchas partes del país. Pero si entendemos mal, si creemos que México es igual en su vocación agrícola y se diseñan centralmente programas que tienen que ver con una realidad distinta en cada región, vamos a fracasar como ha ocurrido antes. Necesitamos impulsar la vocación productiva regional, porque nuestra diversidad es nuestra riqueza.

Quinto principio, corresponsabilidad. Un pacto para el desarrollo rural parte de la premisa de que estamos hablando entre gente responsable. Yo tendré que hacerme responsable de las decisiones de gobierno; pero la responsabilidad del Presidente no será la única, cada quien tendrá que hacerse responsable también de los programas, de los recursos, de los resultados; que tengamos la honestidad con México de reconocer qué funciona y qué no funciona; que tengamos la capacidad de cambiar, precisamente, la orientación de los programas cuando así lo demande el sentido común.

Sexto, eficiencia. Me queda muy claro que para que haya economía competitiva y campo competitivo el gobierno también tiene que ser competitivo y eficiente. Por eso, quiero una ventanilla única y vamos a construir un padrón único de beneficiarios para que el apoyo llegue al campo, pero a las personas que más lo necesitan, para que no haya dobletes o trinquetes -que también hay- en los apoyos productivos; que sea para la gente que verdaderamente lo necesita.

Séptimo, confianza. Fortalezcamos el diálogo entre el sector rural y el gobierno, la confianza entre gobernantes y gobernados es medular para llevar a México al futuro. Les quiero decir, amigos, que yo confío en ustedes. Yo confío en ustedes y les puedo asegurar que ustedes pueden confiar en mí, no les voy fallar.

Octavo, sustentabilidad, medio ambiente, desarrollo sustentable. Soy un creyente en ello y tenemos que pensar, como ya se dijo aquí, en el México de nuestros hijos y de nuestros nietos y en el México que leerá esta página de la historia dentro de dos o tres siglos, tenemos que pensar en ellos. Tenemos que actuar con nuestros recursos naturales con la responsabilidad de que lo que hoy tenemos de agua, de bosque y de tierra no nos pertenece, nos fue dado por nuestros padres, pero lo tomamos prestado de nuestros hijos y tenemos que cuidar nuestros recursos.
Al mismo tiempo, pensemos en generar programas que permitan que la gente salga de la miseria y a la vez recupere el medio ambiente. Es el caso del programa Proárbol que he propuesto, en aquellas comunidades, sobre todo pienso en comunidades indígenas; por ejemplo, en comunidades mazahuas entre Michoacán y el Estado de México, que tienen que cuidar la zona que protege la mariposa Monarca.
En lugar de que la miseria los haga estar tumbando los oyameles que hay ahí y acabar con los cuerpos de agua del subsuelo, que mejor tengan un ingreso a partir de cuidar esos oyameles y de sembrar nuevos. Que tengan un ingreso a raíz de plantar más bosque y lo mismo pienso para las selvas en Chiapas o en Tabasco o en Campeche. Lo mismo pienso para la Huasteca y lo mismo pienso para todo el país, tenemos que generar ingreso digno a partir del medio ambiente.

Noveno, financiamiento para el campo. El pacto que propongo implica que haya crédito oportuno, 30 años sin crédito en el campo porque el desequilibrio, la irresponsabilidad con la que se condujeron las finanzas públicas hizo a México caer en el caos. Yo no quiero, amigos, que México vuelva al caos; no quiero que la inflación acabe con los ingresos, empezando por los más pobres, y que de remate acabe -como acabó- con el crédito; cuando se tenía una inflación del 100% al año amigos, el crédito tenía que ser del 120% al año. Eso no es crédito.
Por eso México se quedó sin financiamiento, ni para el campo, ni para los caminos, ni para las escuelas. Hoy, amigos, yo sé que no se siente, no se come, pero cuenta también el poder tener crédito a 30 años para una casa o el poder tener crédito a 30 años para una carretera. ¿Qué es lo que yo busco ahora, amigos? Que con la estabilidad económica que hemos logrado, ahora demos el paso adelante para darle crédito otra vez al campo, que llegue oportunamente al campo y sin pretexto.
¿Saben por qué? Porque ya se creó la Financiera Rural y con mucho esfuerzo y con el pago de los mexicanos a través de sus impuestos ya se capitalizó con una buena lana la Financiera Rural. Así que la vamos a sacudir, la vamos a zangolotear hasta que suelte el crédito para la gente del campo.

Décimo, certidumbre jurídica. Creo en el Derecho, creo en la fuerza de las instituciones. En una sociedad, amigos, lo que nos permite convivir siendo diferentes, pensando diferente; lo que le permite convivir a un campesino con otro es una ley que diga qué es lo de cada quien. Y les voy a decir, en una sociedad plural como la mexicana lo que permite convivir a un panista con un priista, con un perredista; a un católico con un cristiano, con un evangélico o con un judío; lo que nos permite a todos convivir en unidad, es la ley, es respetarnos unos a otros.

Y la frase de Benito Juárez que tanto se invoca en el discurso del Benemérito de las Américas tiene que ver con ello; en la fe y en la fuerza que Benito Juárez tenía en la legalidad y en las instituciones. Por eso, él hablaba del respeto al derecho. Por eso, él dijo que el respeto al derecho ajeno es la paz. “Entre los individuos como entre las naciones, el respeto al derecho ajeno es la paz”, y yo hoy digo: entre los mexicanos como entre las naciones, el respeto al derecho de todos, el respeto a la legalidad, el respeto a las instituciones, es la paz, en el campo, en la política y en todos los órdenes de la vida nacional.

Así que certidumbre jurídica. Los conflictos agrarios destruyen el desarrollo del campo, vamos a revisar el censo de conflictos agrarios, vamos a darle un esfuerzo adicional y aquellos que prevalezcan en el país vamos con sinceridad a buscar una solución definitiva para ellos, porque queremos un campo con paz social, organizado y productivo, un campo en el que encuentren oportunidad de mejorar su vida todos los que en él habitan.

El gobierno democrático que encabezaremos a partir del primero de diciembre, actuará en todo momento con la fuerza de la legalidad para alcanzar el bien común. He dicho en forma reiterada que aspiro a que vivamos en un México sin desigualdades, sin esas terribles desigualdades que lastiman y ofenden sobre todo a nuestros campesinos. He dicho que quiero un solo México, no un México dividido entre el norte y el sur; un solo México y voy a ser -se los aseguro, amigos- un Presidente comprometido con el México agraviado, con el México olvidado; con el México de la pobreza, con el México del sur, sureste del país.

Quiero ser el Presidente más comprometido con el sur y sureste de la República Mexicana. Quiero convocarlos, amigos, finalmente, a que juntos construyamos el México ganador en el que hemos soñado y por el cual hemos luchado.

Los mexicanos hemos decidido a través de las urnas el destino que quieren para México y nadie puede colocarse por encima de las leyes y las instituciones. La única forma en que podemos transitar hacia la unidad entre los mexicanos es conducir nuestros actos y ejercer nuestra libertad dentro de la legalidad y el respeto a las instituciones democráticas.

Yo lo digo con orgullo de mexicano, tuvimos una contienda electoral competida, sí, muy competida; pero también el 2 de julio, millones y millones de mexicanos fuimos testigos de una verdad que nadie ha podido desmentir con una sola prueba: tuvimos una jornada ejemplar en las elecciones del día 2 de julio.

Hoy debemos estar orgullosos de nuestro país, orgullosos de México y de las instituciones que hemos construido; de que la fuerza como nación está en su pluralidad y la fuerza de la pluralidad está precisamente en el entramado legal e institucional que la hace posible.

Yo confío en los mexicanos y los mexicanos confiamos en las instituciones electorales, ésta es la verdad. Por eso he dicho y repito: el 2 de julio, ese millón de mujeres y de hombres que fueron funcionarios de casilla escogidos al azar; ese millón y medio de representantes de casilla de los partidos políticos, todos ellos cuidaron el voto. La gente fue a votar en paz y en calma, con absoluta convicción de lo que consideró mejor para México; votó por unos o por otros, pero lo relevante es que expresamos en paz lo que queremos.

Yo digo, amigos, los ciudadanos estuvieron a la altura del momento histórico de México. Es hora que todos los políticos, sin ninguna excepción, estemos a la altura de los ciudadanos mexicanos. Esto es un momento para que todos los mexicanos nos unamos, para que nos unamos y protejamos a México, a sus leyes y a sus instituciones, un momento para que protejamos la democracia mexicana.

La democracia, amigos, es respetar el voto. La democracia es respetar a los ciudadanos; no se trata simplemente de defender el triunfo de quien ganó, no es sólo eso, sino que es defender la decisión de todos los mexicanos expresada democráticamente. Por eso hoy reitero -como siempre lo he dicho-, desde las trincheras de la oposición desde las cuales luché por un México democrático, hoy repito que la democracia es respeto al voto, es sufragio efectivo, como dijo Francisco I. Madero; que la democracia es respetar la ley, democracia es respetar las instituciones.

Por eso, amigos, hoy reitero, exijo respeto al voto, respeto a la ley, respeto a los ciudadanos, porque todo eso es respeto a México. Exijo respeto para México y para los mexicanos que ya decidieron el 2 de julio. Amigas y amigos, me alegra estar aquí, éste será el primero de muchos encuentros que les pido que tengamos.

Desde ahora le voy a pedir a mi equipo, aquí presente, a que instale cuanto antes una mesa de trabajo con las organizaciones campesinas para empezar a diseñar, precisamente, estos trabajos; para empezar a bosquejar en torno a estos principios el pacto para el desarrollo rural.

Le voy a pedir a Florencio Salazar que se encargue personalmente de establecer contacto con todas las organizaciones, de recibir todas las propuestas, de comunicarme, de que empecemos a trabajar cuanto antes. Sí, que las instituciones hagan su trabajo, dejemos que el Tribunal cumpla su encomienda de revisar la ley, que desahogue plenamente los reclamos de mis adversarios.

Yo pido que se atiendan todos y cada uno de los reclamos de mis adversarios y que ninguno quede sin respuesta conforme a Derecho, pero al mismo tiempo, y mientras el Tribunal emite el fallo que haga la declaratoria definitiva de esta elección, México no tiene tiempo que perder y yo tampoco. Trabajemos desde ahora y desde ahora iniciemos esta mesa de trabajo por el pacto para el desarrollo rural. Muchas gracias, buenas tardes.

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