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El ejido mexicano, la ONU y la FAO

LUIS MALDONADO VENEGAS. EXCÉLSIOR.

 

Hace 64 años, el domingo 6 de diciembre de 1953, Excélsior publicó en su primera plana una nota titulada: “México recomienda a la ONU su sistema de Reparto Ejidal”.

La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO, por sus siglas en inglés), celebraba en su sede, Roma, Italia, del 23 de noviembre al 11 de diciembre de ese año, la séptima reunión del organismo en buena medida dedicada a sus objetivos centrales.

Debajo de la cabeza principal, Excélsior resumió una importante observación hecha por quien presentó la propuesta, el embajador de México en Italia y jefe de la delegación mexicana a la conferencia de la FAO, Ramón Beteta Quintana, exsecretario de Hacienda y Crédito Público (1946-1952) en el gabinete de Miguel Alemán:

“Beteta dice en Roma que no empobrece al campesino ni disminuye la producción agrícola”. Abundó el embajador, según la reseña de Excélsior: “México, que fue uno de los promotores de la reforma agraria moderna, mostró hoy al mundo sus testimonios de que la subdivisión de las grandes fincas no causa pobreza rural ni disminuye la cuantía de las cosechas”.

Los resultados promisorios obtenidos por nuestro país, hicieron que esa misma semana la FAO acordara en la Ciudad de México la sede permanente de su Centro de Investigación sobre la reforma agraria en Iberoamérica. Pero…

A propósito de este tema, cuya vigencia es actual, vale la pena recordar aquí un extraordinario artículo (“La reforma agraria mexicana: una visión de largo plazo”), del sociólogo y antropólogo Arturo Warman Gryj, exjefe del Departamento de Asuntos Agrarios y Colonización (preludio de la Secretaría de la Reforma Agraria), que la FAO le publicó en septiembre de 2003, un mes antes del deceso de nuestro compatriota, para celebrar el XL aniversario de su revista LandReform.

La reflexión de Warman (aquí muy resumida) arroja luz sobre el proceso y la vigencia, insisto, de nuestra incompleta reforma agraria:

“La reforma agraria mexicana tuvo su origen en una revolución popular de gran envergadura y se desarrolló en tiempos de la guerra civil. A lo largo de un extenso período se entregaron a los campesinos más de 100 millones de hectáreas de tierras, equivalentes a la mitad del territorio de México y a cerca de las dos terceras partes de la propiedad rústica total del país, con los que se establecieron cerca de 30 mil ejidos y comunidades que comprendieron más de tres millones de jefes de familia.

“Sin embargo, la reforma no logró el bienestar perseguido, y los campesinos a los que llegó viven hoy en una pobreza extrema. El deterioro paulatino del sector rural se prolongó hasta 1992, cuando se consiguió reorientar cabalmente el desarrollo rural. La reforma agraria quedó inconclusa, y sus objetivos sociales y económicos no se alcanzaron. Pese a estas limitaciones, la experiencia reformista fue determinante y produjo efectos que conviene analizar para discernir nuevas alternativas. Ni desastre ni triunfo, la reforma es un proceso abierto pero imperfecto; sus soluciones de mediano plazo sólo serán viables si se logran de inmediato los acuerdos nacionales y se inician los programas destinados a conducir la reforma a su término.”

Hoy vemos que el desarrollo productivo del campo ha sido insuficiente para incorporar a millones de mexicanos al desarrollo del país. El crecimiento de la producción ha sido insuficiente para frenar el deterioro del sector agropecuario y acabar con la pobreza.

Creemos que es hora de revertir ese proceso, en beneficio de nuestros hombres del campo y de todos los mexicanos. ¿Cómo? Warman nos dejó unas propuestas sobre las que conviene reflexionar: crear mecanismos de seguridad e ingresos para campesinos de avanzada edad que se aferran a su propiedad; apoyo público para atraer al campo a jóvenes emprendedores; un sistema de seguridad social que asegure jubilación digna a los campesinos… etcétera.

Lo grave es que la población rural está pasando del estancamiento al descenso crítico. Llegado ese momento, ¿quién hará producir la tierra para alimentar a los mexicanos?

*Presidente de la Academia Nacional de Historia y Geografía de la UNAM.

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