EDUARDOG. INFORURAL
Hablando de la necesidad de crear empleos en el sector rural, viene a cuento la solicitud que, hace unos días, un grupo de sus opositores hizo al Presidente para que suspenda, temporalmente, las construcciones del aeropuerto de Santa Lucía, la Refinería de 2 Bocas y el Tren Maya.
La desproporcionada demanda, mal abona al clima de confrontación que vivimos de cara a las elecciones de junio próximo. Los proyectos están en desarrollo y generan ya decenas de miles de empleos en las zonas más marginadas del país y la derrama económica que vierten da beneficios enormes a las familias rurales que viven en las zonas de construcción. Suspenderlos sería una insensatez monumental.
En las obras, criticadas, por diferentes razones, tanto por opositores al Presidente como por muchos que lo apoyan, se han involucrado importantes empresas nacionales y extranjeras que asociadas con el gobierno han invertido y arriesgado grandes recursos en espera de ganancias proporcionales a los riesgos que corren y no les habrá caído muy en gracia la ocurrencia de parar las obras y perder lo ya invertido, no más porque un pequeño grupo así lo solicita. Con la depresión económica que nos provoca la pandemia, no están las cosas como para tirar a la basura decenas de miles de empleos.
Al Tren Maya, por ejemplo, lo califican de inútil obra faraónica, agresora del medio ambiente y destructora de las culturas asentadas y en su trayecto.
Faraónico o no, por el territorio que cubrirá y el volumen de recursos que emplea, el proyecto no tiene comparación con ningún otro hecho en el país. Y ya en marcha está probando su mucha utilidad con el impulso que da a las economías de la regiones donde se construye. Además, no hay que olvidar que desde tiempos pasados los habitantes de esas zonas construyeron obras colosales. Cientos de pirámides y templos lo demuestran. Así que ya están acostumbrados, por así decirlo.
Ciertamente, el medio ambiente de las zonas donde se llevan a cabo las obras puede ser afectado, pero no es necesario desgarrarse las vestiduras, las miradas de medio mundo están vigilantes lo que llevará a extremar precauciones, para evitar condenas. Los ecosistemas que existen sólo serán afectados en la medida de los necesario. Sistemas que, por cierto, han demostrado una enorme capacidad de recuperación a través del tiempo. A la selva puedes dominarla pero no vencerla.
La “destrucción cultural” que se vaticina no debe espantar a nadie, muchos de los usos y costumbres de los llamados pueblos originarios resultan hoy día no sólo anacrónicos sino altamente nocivos para ellos mismo, baste ver la brutal discriminación que sufren las mujeres y los niños para desear cambios profundos es esas culturas. De seguro, el desarrollo económico que propiciará el Tren Maya abrirá nuevos horizontes a los habitantes de esas regiones y modificará, muchas de las actuales conductas. Esperemos que para bien.
Asimismo y no menos importante, hay en todo esto un componente ético insoslayable: llevar desarrollo a las regiones que por siglos hemos mantenido en el atraso y la ignorancia, es un acto de justicia que no debemos posponer más. Y en ello, el Presidente ha sido congruente. Estas obras fueron anunciadas en todas sus campañas y ahora que puede las está llevando a cabo. Así de sencillo.
Quizá los proyectos en marcha no tengan el final que se espera. Eso dependerá de múltiples factores, sin embargo ya están cumpliendo parte de su cometido. Eso que ni que.