ANTONIO OCHOA. PERSPECTIVAS CON RJO’BRIEN. EL ECONOMISTA.
El mercado les pone precio a las narrativas más extremas sobre lo que posiblemente no sucederá, pero como andamos hipocondríacos, cualquier síntoma posible lo adoptamos como enfermedad presente.
Buenos días, buenas tardes, buenas noches. Reacciones hipocondríacas sería una somera analogía. Los commodities acusan síntomas de enfermedades que aún no desarrollan. Pero cualquier descripción sintomática está generando reacciones psicosomáticas, que para hacer el diagnóstico oportuno describiremos como casos clínicos patológicos de extrapolación de peores consecuencias.
Vayamos a los commodities agrícolas. Sudamérica esta terminando de cosechar sus cultivos de verano, los resultados están lejos de óptimos. Paraguay perdió la mitad de su soya y gran parte de su maíz. Argentina quedo muy lastimada con su maíz temprano y la soya rindió poco. Brasil tuvo un ciclo de soya mediocre que entre lo esperado y lo que está cultivándose hay al menos 20 millones de toneladas de diferencia. El maíz en Brasil aún está en juego, al igual que en Argentina, pues lo que se hace es ir por cultivos tardíos o invernales y esos son los de poderío.
Ucrania entra en su ventana de siembra, así como la invasión rusa en su cuarta semana, el agricultor necesita sembrar y la labor será muy irregular. Ucrania esta incapacitada para exportar desde los puertos sobre el mar de Azov, pues la salida al Mar Negro desde Azov es controlada por Rusia.
En medio de las balas el productor ucraniano debe sembrar, los fertilizantes son caros, el combustible escaso, la infraestructura seriamente limitada, los riesgos altos y las garantías de fluidez empresarial escasas.
Ucrania, siendo el mayor productor de girasol, y clave en la producción de maíz, está siendo seriamente marginada en sus capacidades de responder con producción para el naciente ciclo agrícola. Sobra decir que los saldos exportables que aún se tienen, están inmovilizados. Esa problemática obliga a que la demanda natural de esta zona deba buscar abasto en otros sitios, los cuales no están en abundancia.
Estados Unidos la está pasando mal con transportación, los fletes de barcazas en el río son altísimos y el ferrocarril está dando un pésimo servicio, además de caro. Además, los equipos no se mueven fluidamente. Esta ineficiencia eleva el costo de primas. Primer acto, las primas o bases se elevan; segundo acto, los spreads o diferenciales se invierten; tercer acto, el precio de los futuros se elevan y hay permanencia voluntaria.
Para el caso de Sudamérica debemos sumar un tema más irracional, el de medidas gubernamentales restrictivas en Argentina. De entrada, la producción fue lastimada con una sequía, La Niña hizo de las suyas, así que la oferta no está desbordada.
Luego, el incremento en los costos de producción es notable, ya te sabes la historia de los fertilizantes. Pero eso sería lo sencillo. Si eres productor en Argentina y vendes soya en equivalente de 600 dólares la tonelada, debes pagarle 33% al estado por impuestos de exportación. Así que le dejas a la hacienda pública 198 dólares. Esos dólares tienen un valor oficial, el banco recibe tus dólares y te entrega pesos argentinos a un cambio de 109 pesos argentinos por dólar. Por una tonelada recibirías 43,818 pesos argentinos. Obviamente el productor debe comprar dólares para pagar fertilizantes, insumos y maquinaria. Para comprar dólares debes acudir a un dólar paralelo pues el banco central no te los suelta, así que pagas dólares a razón de 202 pesos por dólar, divide los pesos recibidos, y veras que en dólar billete a ese diferencial cambiario recibes como productor solo 217 dólares equivalentes.
De 600 dólares vendidos, te quedan solo 217. Además habrá que pagar impuestos, y vivir en un entorno en el que el peso argentino es golpeado por índices inflacionarios superiores al 50 por ciento. No es difícil entender por qué un agricultor atesora quedándose con el grano, y eso restringe la disponibilidad en un mercado altamente necesitado. Que caro sale el populismo.
El capítulo Brasil es distinto. El gobierno no se mete con el campo, entiende el cometido estratégico del sector y lo deja trabajar, sin embargo, el productor no vio su mejor año y se hace reacio a ventas, especialmente cuando ve su entorno.
Estamos estrenando primavera en el hemisferio norte, y la labor de siembra en EU empieza a tomar forma. Imagínate un escenario en el que 65% del medio oeste se encuentra bajo de humedad y que la primavera debe ser muy lluviosa para reparar perfiles de siembra. Imagina que las cosas en el Mar Negro empeoran y el trigo no se moviliza, ¿viste cómo se empiezan a sentir las taquicardias? ¿Imagina que el aceite de girasol ucraniano no llega al canal de aceites embotellado? ¿Viste cómo se te acerca la neutropenia?
Ese es el tema del momento, el mercado les pone precio a las narrativas más extremas sobre lo que posiblemente no sucederá, pero como andamos hipocondriacos, cualquier síntoma posible lo adoptamos como enfermedad presente.