EFRAÍN REYES, ARMANDO CARILLO Y GABRIEL FLORES. EL ECONOMISTA.
El cultivo de maíz es uno de los más importantes en México. En el 2017 nuestro país ocupó el quinto lugar a nivel mundial, con una producción de 27.7 millones de toneladas, siendo Sinaloa el principal estado productor de este grano, con 6.1 millones de toneladas y aportando 21.8% del volumen nacional. Le siguen en importancia y producción Jalisco con 14.8% y el Estado de México con 8.2%.

En Sinaloa, se destina para este cultivo más de 70% de la superficie cultivable de un total de 750,000 hectáreas en el estado; sin embargo, sólo aporta 45% del valor de la producción agrícola y además, año con año, los productores se enfrentan al incremento de insumos como diesel, fertilizantes, semillas y agroquímicos que se utilizan en su producción. En contraparte, los precios del grano, que se determinan con base en el precio internacional del maíz de la bolsa de Chicago, se mantienen bajos y con menor nivel a los del año 2008.
Por lo anterior y para apoyar a los productores, el gobierno federal ha implementado mecanismos como la agricultura por contrato, y publica periódicamente un precio objetivo al productor, mismo que para el presente año es de 4,150 pesos por tonelada.
Por otra parte, y con el interés de tener una actividad más rentable, los productores han buscado colocar su grano en el mercado de exportación; sin embargo, en el 2018 se presentó una contracción en las exportaciones de maíz blanco a países africanos, Venezuela y otros países, afectando las posibilidades de exportación del maíz nacional.
Problemáticas similares a la del maíz enfrentan también productores que se dedican a la producción de otros granos como trigo, garbanzo, sorgo y frijol, los cuales, en conjunto con el maíz, utilizan 90% de la superficie cultivada en Sinaloa que, aun con el precio objetivo, presentan márgenes reducidos de utilidad: 8,023 pesos por hectárea para el caso del maíz con una relación beneficio-costo de 1.22; el sorgo con 5,967 pesos por hectárea y relación beneficio-costo de 1.26; el garbanzo con 6,175 pesos y una relación beneficio-costo de 1.24; el frijol con 1,516 pesos por hectárea en una relación beneficio-costo de 1.05, y el trigo con 988 pesos por hectárea, con una relación beneficio-costo de 1.04.
De esta manera y en la búsqueda de diversificar las actividades productivas para encontrar alternativas a la problemática de depender de los ingresos de un solo cultivo, en Sinaloa ya se destina 10% de la superficie a otros cultivos como hortaliza y frutales, entre los que destacan tomate, chile, pepino, berenjena y mango.
En este contexto, es importante recordar que Sinaloa es el principal productor nacional de tomate, donde uno de cada dos tomates, que se consumen en los Estados Unidos de Norteamérica, son producidos por empresas mexicanas, razón, entre otras, por la que este país recientemente decidió aplicar un arancel de 17.5% para el tomate proveniente de México.
Así, aprovechando las condiciones climatológicas de la región, en los últimos años también se han buscado otras alternativas productivas entre las que se encuentra el arándano, espárrago y aguacate, cultivos de alto valor y demanda creciente en los mercados internacionales, que han mostrado ser buenas oportunidades de negocio.
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Otras variables de éxito se encuentran en la verificación del tipo de suelo, la calidad de agua y las condiciones climatológicas adecuadas para el cultivo seleccionado. Finalmente, deberá contar con los recursos y/o el financiamiento suficiente para su proyecto
Es importante señalar que las necesidades de inversión por hectárea de éstos cultivos, comparadas con los granos, son sin duda mayores. Sin embargo, pasado el periodo de estabilización, que dependiendo del cultivo puede ser de 3 a 7 años, la utilidad y la relación beneficio-costo es en todos los casos mucho mayor a la de cualquier otro cultivo de granos, fluctuando de 1.3 a 2 por ciento.
Ahora bien, para impulsar la reconversión productiva en Sinaloa, FIRA, entidad de fomento en el sector agroalimentario y el medio rural, originada en el Banco de México, ofrece mediante su Programa de Desarrollo de Proveedores (PDP) vincular a los productores con importantes empresas tractoras que cuentan con una demanda bien definida y tecnología de producción, asegurando así el éxito de los nuevos proyectos de inversión que realicen los productores, que además pueden ser financiados por FIRA a través de los diferentes intermediarios financieros con los que la institución opera directamente.
La reconversión de cultivos tiene un impacto importante, al incrementar significativamente el valor de la producción y la posibilidad de generar divisas en la exportación, pero sobretodo beneficia la generación de mano de obra.
Sólo como indicador, terminaremos señalando que la estimación del valor de la producción anual para 20,000 hectáreas que se pudieran reconvertir en los próximos años, ascendería a unos 10,000 millones de pesos, en comparación con los 800 millones de pesos que actualmente se generan en la misma superficie sembrada con granos. La reconversión de cultivos tradicionales, los programas de desarrollo de proveedores y la diversificación de los canales de comercialización son, sin duda, estrategias necesarias para el desarrollo del campo mexicano.
*/Efraín Reyes Rodríguez es residente estatal en Sinaloa, Armado Carrillo es especialista de la residencia Sinaloa y Gabriel Flores es agente en la agencia Culiacán. La opinión de este artículo corresponde al autor y no necesariamente coincide con el punto de vista oficial de FIRA.