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domingo , 9 mayo 2021
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Zapata, ícono de una lucha viva

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ROMÁN MEYER FALCÓN. MILENIO DIARIO.

102 años de la muerte de Emiliano Zapata, recordamos al Caudillo del sur como el ícono de una revolución agraria que trascendió su época y su contexto. Su nombre y su figura, eco de la consigna “tierra y libertad”, abanderaron una lucha que comenzó en el sur de la República mexicana para cruzar latitudes y fronteras, y dio al movimiento agrarista por los derechos sociales en México una dimensión internacional que marcó el rumbo del siglo XX en el mundo entero.

El zapatismo inició ante todo una lucha contra las desigualdades, capitaneada por un personaje de convicciones ideológicas firmes y genuinamente revolucionarias. Hoy su figura prevalece en la memoria y la iconografía popular; en México “la tierra es de quien la trabaja”. Zapata es un personaje que la historia ha decidido mantener en alta estima, porque sus ideales tienen una vigencia política que con el paso del tiempo insiste en hacerlos universales.

No siempre pensamos en Zapata cuando hablamos de la visibilización de los derechos de las mujeres —aunque tuvo entre su oficialía a coronelas como Rosa Bobadilla— o de la importancia del sindicalismo en México, habiéndose integrado a su causa pensadores del movimiento obrero como Antonio Díaz Soto y Gama, y, sin embargo, su influencia está presente en esas causas como lo estuvo en la Reforma Agraria o en la reivindicación de la clase obrera. El Cardenismo mexicano, con su ideología socialista, sus innovaciones en el modelo educativo, su expropiación petrolera y su reparto agrario, no hubiera sido posible sin los antecedentes que sentó el Ejército de liberación del sur, al mando de Zapata.

En ese sentido, plantear una transformación de nuestro modelo de desarrollo agrario y ordenamiento territorial remite necesariamente a Zapata. El crecimiento sustentable de las zonas marginadas en las grandes ciudades, o la representación paritaria de titularidad de la tierra en los ejidos y comunidades agrarias, refieren obligadamente a los ideales de transformación que ya se gestaban hace cien años. Es gracias al zapatismo, que defendió una democracia libre y justa en México, que hoy podemos ver con claridad el reto que aún representan las condiciones de desamparo en el campo, la pobreza extrema en zonas rurales, o el daño provocado por décadas de corrupción, saqueos e impunidad.

Falta por recorrer buena parte del sendero abierto un siglo atrás. En nuestro país hay más de 32 mil núcleos agrarios, que representan más de la mitad del territorio nacional. En ellos viven más de 4.5 millones de personas, y se preservan las tradiciones y cultura de más de 60 pueblos indígenas. En los ejidos y comunidades predomina la agricultura familiar, ésta produce más de la mitad de los alimentos que se consumen en el país. Sin embargo, la mayor parte de sus comunidades vive en condiciones de pobreza o pobreza extrema (55.3% de la población en zonas rurales) y existe una fuerte inequidad que desfavorece a las mujeres, quienes amasan apenas un 18 por ciento de los títulos sobre la tierra en estas regiones.

Es imperativo seguir impulsando reformas legislativas sustanciales a nuestra política agraria, que promuevan un desarrollo sano y un rescate sustentable de nuestros núcleos agrarios. Esta es la primera línea de combate contra el abandono de uno de nuestros activos económicos y sociales más importantes. Hoy la lucha continúa en la actualización de programas públicos y en el apoyo de todos los niveles de gobierno al campo mexicano, un sector con el que estamos todavía en deuda.

Zapata murió el 10 de abril de 1919, emboscado por las fuerzas del coronel Jesús Guajardo en la hacienda de Chinameca, Morelos, a las puertas de la que hoy se alza un monumento a su vida y legado. Su muerte representó el final de la llamada Revolución del sur y el principio del fin del periodo revolucionario. Al paso de los años lo que nos queda son lecciones y ejemplos, hitos que hace 102 años cerraron un trato que todavía hoy tenemos el compromiso de cumplir.

https://www.milenio.com/opinion/roman-meyer-falcon/columna-roman-meyer-falcon/zapata-icono-de-una-lucha-viva

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