ENRIQUE CAMPOS SÚAREZ. EL ECONOMISTA.
Donald Trump, presidente de Estados Unidos, es un muy activo tuitero. Desde ahí es capaz de desestabilizar a los mercados y al mundo.
Con el tiempo hemos aprendido sus códigos. Cuando quiere presumir, publica fotografías y videos. Cuando quiere amenazar, escribe un solo mensaje y espera las consecuencias. Cuando se quiere pelear, usa hilos de dos, tres o cuatro tuits. Pero cuando quiere enfatizar algo, lo escribe todo en mayúsculas.
No usa mucho ese recurso de las mayúsculas y es por eso que hay que ponerles especial interés.
En las horas previas a que se cerrara el acuerdo que postergaba la aplicación de aranceles a las exportaciones mexicanas a Estados Unidos, el presidente Trump escribió uno de eso tuits-amenaza que tanto le gustan. Uno habitual en mayúsculas y minúsculas, que decía básicamente que, si lograban el acuerdo con México, había una gran oportunidad de que nuestro país iniciara la compra de inmediato de grandes cantidades de productos agropecuarios de su país.
En ese mismo mensaje añadía que, si no se lograba ese acuerdo, México iniciaría el pago de aranceles el lunes, esto lo tuiteó el viernes 7 de junio, al medio día.
Ese mismo día, pero pasadas las 7 de la tarde, el presidente de Estados Unidos anunciaba el acuerdo alcanzado con México que suspendía, mas no cancelaba, la aplicación de aranceles.
Con eso nos fuimos a dormir el viernes. Pero el sábado, mientras los “servidores de la nación” con sus chalecos de empadronadores del Censo de Bienestar y sus pañoletas guindas-Morena acomodaban sillas para el mitin del presidente en Tijuana, Donald Trump tomaba su móvil para lanzar un nuevo mensaje referente a México. Sólo que éste con letras mayúsculas.
México, decía el mensaje, ha acordado iniciar de inmediato la compra de grandes cantidades de nuestros productos agropecuarios, producidos por nuestros granjeros patriotas.
Dos veces el mismo mensaje. Uno como advertencia en las horas cruciales y el otro, en mayúsculas, como el anuncio de un gran triunfo. Es un hecho que Donald Trump gusta de exagerar y miente con enorme facilidad. Pero del otro lado también es cierto que la transparencia es una materia pendiente en la 4T.
Contratos directos, recortes presupuestales sin explicación, reasignaciones arbitrarias del gasto desde presidencia, uno que otro dato falso en la mañanera, en fin, habría razones suficientes para poder creer que hubo algún acuerdo agrícola paralelo que hoy desconocemos.
Lo cierto es que, cuando Trump empezó con sus amenazas de campaña y después, ya como presidente, cancelar el Tratado de Libre Comercio de América del Norte, muchos importadores mexicanos iniciaron la exploración de otros mercados.
Se multiplicaron las compras de productos agropecuarios de otras regiones. Por ejemplo, el maíz de Brasil, el trigo y la soya de Argentina.
Los importadores mexicanos se cubrieron de una amenaza real de Trump. Sobre todo en el sector agroalimentario.
Muchas de esas nuevas cadenas quedaron funcionando aun después de la amenaza inicial y después incluso de la firma del acuerdo sustituto, el T-MEC.
¿Será posible que haya conseguido Donald Trump un regreso al statu quo previo a sus amenazas del 2016 y ahora se “invite” a los importadores a voltear al norte?
Es un hecho que Donald Trump no deja una negociación si no siente que ganó todas las fichas sobre la mesa. Es también verdad que la delegación mexicana llegó con todas las de perder tras su fallida política de puertas abiertas a los centroamericanos.
Así que, ante la negación de la cancillería de haber cedido en materia agroalimentaria, no queda más que esperar la balanza comercial estadounidense para comprobarlo.