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viernes , 28 enero 2022
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La culpa es de la “mala” alimentación

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LILIANA MARTÍNEZ LOMELÍ. PUNTO Y COMO. EL ECONOMISTA.

La alcaldesa de Acapulco enfrentó el escarnio público en redes sociales al señalar que los factores que contribuyen a los altos niveles de violencia en la ciudad guerrerense, se deben, entre otras cuestiones, a “la calor”: “La falta de empleo, también puede ser un factor y el mismo (…) la calor (sic) también puede ser un factor para la violencia. Una mala alimentación, cuando uno trae una mala alimentación, por ejemplo, si comen más carbohidratos, te aceleras”.

Ya la construcción del argumento de la alcaldesa fue ridiculizada en redes. Hubo incluso una respuesta de la funcionaria, en la que se citaba a un artículo aparecido en el Journal of Economic Behaviour & Organization para justificar sus declaraciones sobre el clima, que analiza los factores no económicos de la violencia como la temperatura y factores fisiológicos y psicológicos. Más allá de lo que podamos discutir sobre el valor del argumento, las declaraciones y la justificación, evidencian dos grandes vicios del pensamiento contemporáneo: el determinismo a toda costa y la falta de pensamiento complejo.

Para entender los grandes temas sociales de hoy en día como la violencia, la desigualdad en todas sus manifestaciones, o incluso, los problemas relacionados con la alimentación, hace falta ejercitar el pensamiento complejo para que palabras como “multifactorial” o “multicausal”, o incluso “multidisciplinar” no se queden solamente en vocablos vacíos para explicar en efecto, que los problemas y realidades sociales son complejos y no existen determinismos de causa – efecto como en experimentos controlados de laboratorio. Esa es justamente la realidad: las personas intentamos entenderla por medio de parcialidades. Si nos proponemos buscar la relación entre la violencia y cualquier otra variable (por más descabellada que parezca), encontraremos una relación. Pero esto no quiere decir, sin embargo, que esta variable tenga la capacidad explicativa del fenómeno.

La capacidad de analizar la realidad de manera compleja requiere de entrenamiento, pero también de una formación que se da desde la temprana educación. Además de ello, el argumento conjuga, de manera ramplona, cómo la culpa de casi todos los males hoy en día, puede atribuirse a la alimentación. Es la respuesta fácil, para explicar también fenómenos complejos como la obesidad y las enfermedades crónico degenerativas. La culpa es de la “mala “alimentación y hasta ahí llegan los argumentos, que no consideran las realidades sociales de ese estilo de vida.

Un tercer punto con el que hay que tener sumo cuidado, es la interpretación de efectos causa y efecto a partir de leer un artículo científico. Y es que como la ciencia tiene un método y un rigor, los artículos científicos siempre se tienen que leer bajo la óptica crítica de la metodología y de saber exactamente qué es lo que quiere decir una relación entre “carbohidratos “y la excitabilidad del temperamento, por ejemplo. Bajo esta óptica resulta muy delicado interpretar estos estudios sin tener en cuenta las cuestiones de método. Y no es que todos tengamos que ser especialistas en metodología de la investigación o en epistemología (la manera en la que hacemos ciencia), pero estas áreas y descubrimientos, también tienen que encontrar los canales adecuados de comunicación de los hallazgos para el público no especializado, so pena de construir argumentos del tipo: carbohidratos equivalen a excitabilidad que equivale a carácter explosivo y violencia. Explicar problemas complejos con respuestas simples, es un indicador de que esas no son las respuestas.

@lilianamtzlomel

 

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