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La información estadística consultada en este reporte hace un análisis del papel de las mujeres dentro de la sociedad y en su entorno rural, permitiendo identificar tanto los principales avances, como los rezagos que prevalecen o que, en su caso, obstaculizan su desarrollo.
Las mujeres indígenas han enfrentado a lo largo del tiempo desigualdades estructurales en razón de género, siendo notablemente afectadas en el ingreso, realizando actividades no remuneradas o con pobre remuneración con respecto a los hombres.
El reconocimiento de la importancia de la igualdad de género y los derechos de las mujeres como fin y medio para alcanzar el desarrollo se definieron en el objetivo número tres de los “Objetivos de Desarrollo del Milenio” donde se propone: “Promover la igualdad entre los sexos y el empoderamiento de la mujer”.
La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) y el Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola (FIDA) señalan que las mujeres rurales e indígenas enfrentan múltiples formas de discriminación, presentando menor acceso a tierras, activos, crédito, insumos, servicios, tecnología, ingresos, ejercicio real de derechos, educación y escaso acceso a los títulos de propiedad de la tierra.
Estas barreras debilitan la justicia social de las mujeres indígenas, obstaculizando su acceso a servicios básicos y derechos en materia de educación, salud, alimentos, agua, empleos dignos, justicia y participación política.
La participación de las mujeres en el mercado laboral contribuye a su autonomía económica por medio del ingreso; a la vez que contribuye a su desarrollo y la pertenencia social. Sin embargo, el trabajo no remunerado recae principalmente en ellas y se encuentran en una posición de desventaja que por llevar de la mano múltiples actividades del hogar y de la familia, accede a un mercado laboral menos favorable e influye considerablemente en su participación social, política, recreativa y de capacitación.
Si bien la tasa de participación de las mujeres es menor al de los hombres, se puede ver diferencias en las distintas entidades federativas y ámbitos rural y urbano tanto de las mujeres económicamente activas, niveles de participación y las brechas existentes entre hombres y mujeres.
En las actividades del campo como la agricultura, el 23.8% de las mujeres no recibe un pago, mientras que en los hombres la proporción es de 15.9%; en el caso del comercio el 15.6% de las mujeres no lo recibe en tanto que para los hombres es de 5.9%.
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Políticas públicas para el desarrollo rural con perspectiva de género. CEDRSSA