YADIRA LLAVEN ANZURES.LA JORNADA DE ORIENTE.
En el último lustro, el caudal de las corrientes superficiales, en ríos y arroyos, de la región del Izta-Popo disminuyó en 40 por ciento, y de no ponerle un freno a las embotelladoras y a la deforestación de los bosques en la zona de los volcanes el recurso hídrico se extinguirá para el año 2040, alertó la investigadora por la UNAM y estudiosa del tema, Eloísa Guerra Hernández.
En entrevista para La Jornada de Oriente exhortó a las autoridades para que trabajen coordinadamente con las comunidades, los académicos y las instituciones responsables de la conservación ecológica, pues dijo estamos a tiempo de frenar esta catástrofe.
Vía telefónica, informó que México es el país que consume más agua embotellada en el mundo, situación que se agravó con la emergencia sanitaria por Covid-19.
“Si no ponemos los ojos en la parte de la conservación ecológica y que la gente tenga agua para sus necesidades básicas, sin tener que explotar el recurso más arriba de los volcanes, esto provocará que cada día haya menos recarga de los mantos acuíferos. Es una necesidad, pero estamos acabando con el agua”, destacó.
Ante lo expuesto, la académica recomendó a las autoridades –en ese orden- que el agua se destine para la conservación ecológica, el uso de os pobladores y después para otros usos.
“Es triste saber que el agua se está embotellando, cuando la gente no lo tiene en su casa”, condenó.
Eloísa Guerra explicó que la problemática de la escasez de agua no es propio de la entidad poblana, sino también del estado de México, que cercan los volcanes Popocatépetl e Iztaccíhual, de donde provienen en su mayoría el recurso para uso doméstico.
Por lo tanto, afirmó, “si nos ponemos conservadores en el tema del agua, en 20 años no habrá más en la región del Izta-Popo. Para 2040 el problema de desabasto será muy fuerte y en la zona central del estado será mayor”.
La bióloga de la Facultad de Estudios Superiores Zaragoza de la UNAM dijo que urge trabajar en la concientización y educación para mitigar el tema de la extinción del tema del agua.
A propósito de la epidemia, afirmó que es el momento idóneo para revertir la situación e imponer algunas medidas que frenen la pérdida del recurso hídrico en la zona.
“Podemos hacer muchas cosas y mejorar en cuanto a calidad y cantidad del agua que se abastece en Puebla, pero el trabajo tiene que ser coordinado por la autoridad, la población, los académicos y las instituciones responsables”, aseveró.
Guerra Hernández expuso que ha estudiado el tema del agua en la zona del Izta-Popo desde el año 2001, y a partir de entonces indicó que han visto una serie de problemáticas que se han ido agravando hasta la actualidad.
“Lo que hemos visto es que sí hay una disminución de la cantidad de agua superficial, de manera importante, que en este tiempo ha ido gradualmente decayendo en los últimos cinco años hasta en 40 por ciento”, reveló.
La investigadora comentó que las causas de este fenómeno son multifactoriales, entre ellas, la deforestación y la variabilidad climática que ha permitido que la cantidad de agua que se captaba ya no sea la misma.
A esto le sumó la desaparición de los glaciares, como el Ayoloco, a pesar de la advertencia que realizó el Instituto de Geofísica de la UNAM hace un par de años.
“Esto se había venido denunciando en diferentes foros, pero nos preocupa hasta que pasa. Ya no va a ver agua de hielo en esta región, o va a ser muy poca en las épocas frías”, advirtió.
Por otro lado, agregó que está la deforestación del parque Izta-Popo y las zonas ejidales aledañas a los volcanes, lo cual ha generado que haya menos captación de agua de lluvia, la cual termina evaporándose.
Conagua no supervisa extracción de agua de las embotelladoras
Eloísa Guerra mencionó que el hecho de que no haya una buena conservación de las zonas forestales hace que el suelo se vaya erosionando. “El agua no se filtra, se escurre y ya no llega a los arroyos ni a los ríos, se va por otros cauces y genera inundaciones”.
Prosiguió: “No alimentan los mantos freáticos y no se queda en el ecosistema”.
Ante lo expuesto, insistió que se debe hacer conciencia, conservar la parte de pastizales y la zona forestal, por el crecimiento desproporcionado de la mancha urbana.
“Es grave que las embotelladoras hagan una extracción sin vigilancia de la Conagua; no se sabe cuánto extraen de los pozos profundos porque no es del todo claro”, denunció.
Dijo que estas empresas multinacionales llegaron a los pueblos indígenas a explotar sus recursos con la promesa del desarrollo económico y social que nunca llegó.
A lo mejor –supuso- estos acuerdos son cupulares con las autoridades municipales y ejidales, y los beneficios sólo se queda entre unos cuantos.
“Hay que tener mucho cuidado para que la población pueda disfrutar del agua, sobre todo la gente que habita en los alrededores de los volcanes, y las concesiones deben estar reguladas”, recomendó.
Desgraciadamente, dijo que las concesiones para la explotación del agua se otorgan por mucho tiempo, hasta por periodos de 30 años, con la posibilidad de renovar por el mismo periodo.
Por lo tanto, consideró que esto ha permitido que no haya una buena regulación de los pozos profundos y superficiales, que en su mayoría extraen agua para uso agrícola e industrial, que incluyen embotelladoras y fábricas automotrices.
“Dan el permiso y en realidad no hay una inspección, y las empresas siempre sobrepasan el volumen de extracción de agua que tienen autorizado. Entonces, ¿qué se necesita?, una regulación mucho más constante, continua, de estar revisando cuánto líquido se extrae y qué se descarga”, concluyó.