KIM SEVERSON. THE NEW YORK TIMES
¿Puede cultivarse comida deliciosa sin tierra? El debate en torno a la agricultura hidropónica de punta en Estados Unidos atrae inversiones, célebres seguidores y detractores.
AppHarvest, el invernadero hidropónico más grande de EE. UU., abrió en enero, en Morehead, Kentucky, y forma parte de una nueva generación de enormes explotaciones agrícolas de interior que utilizan la tecnología para ajustar el sabor, la textura y otros atributos.Credit…Luke Sharrett para The New York Times
MOREHEAD, Kentucky — En este hermoso pueblo que colinda con el territorio del carbón, 30.600 luces ledes rosas y amarillas y sodio de alta presión hacen brillar un invernadero tan grande que podría cubrir 50 campos de fútbol americano.
Al interior, sin una cucharadita de tierra, casi 1,5 millones de kilogramos de tomates corazón de buey crecen en matas de 13 metros de alto con raíces bañadas en agua de lluvia mejorada con nutrientes. Otras tomateras tienen miles de pequeños y jugosos tomates cherry tan sabrosos como para impresionar a Martha Stewart, quien forma parte del consejo de AppHarvest, una empresa emergente que cosechó aquí su primer cultivo en enero y planea abrir otras 11 granjas bajo techo en los montes Apalaches para 2025.
En un ambiente mucho más industrializado, cerca del río Hackensack en Kearny, Nueva Jersey, en lo alto de una bodega sin ventanas —conocida como granja vertical—, se apilan charolas llenas de dulces lechugas francesas miniatura y acedera sabor a limón y manzanas verdes. Bowery, la empresa más grande de cultivos verticales en Estados Unidos, manipula la luz, la humedad, la temperatura y otras condiciones para cultivar productos, con financiamiento de inversionistas como Justin Timberlake, Natalie Portman, así como los chefs José Andrés y Tom Colicchio.
“En cuanto probé la rúcula, me convencieron”, comentó Colicchio, quien durante años se mostró incrédulo frente a las personas que aseguraban tener deliciosos productos hidropónicos. “Era tan aromática y vibrante que simplemente me quedé atónito”.

Las dos operaciones son parte de una nueva generación de granjas hidropónicas que crean condiciones precisas de cultivo por medio de avances tecnológicos como algoritmos de aprendizaje automático, análisis de datos y sistemas de software patentado para producir sabores y texturas personalizadas de frutas y verduras. Además, lo pueden hacer casi en cualquier parte.
Estas granjas llegan en un momento crucial, pues hay zonas del país que se están marchitando en el calor y las sequías del cambio climático, que ha sido inducido en parte por ciertas formas de agricultura. La demanda de alimentos de producción local nunca había sido mayor y la pandemia le ha demostrado a mucha gente que la cadena de suministro alimentario no es tan resiliente como pensaba.
Sin embargo, no todo el mundo está convencido. Estas inmensas granjas cultivan productos en agua rica en nutrientes, no en la tierra saludable que muchas personas consideran indispensable para obtener un delicioso sabor y una calidad nutricional. Pueden consumir enormes cantidades de electricidad. Según sus opositores más apasionados, los argumentos a favor de la hidroponía son engañosos e incluso peligrosos.
“En este momento, diría que los malos están ganando”, opinó Dave Chapman, un granjero de Vermont y director ejecutivo de Real Organic Project. “La producción hidropónica no está creciendo porque produzca alimentos más saludables. Está creciendo gracias al dinero. Quien plantea que eso es comida buena para la gente o el medioambiente simplemente está mintiendo”.

El término técnico para los cultivos hidropónicos es agricultura en ambientes controlados, pero la gente del medio se refiere a ella como cultivos bajo techo. Lo que antes eran granjas ahora son granjas terrestres o agricultura en campo abierto.
“Hemos perfeccionado a la madre naturaleza bajo techo por medio de esa combinación perfecta de ciencia y tecnología que se junta con la agricultura”, dijo Daniel Malechuk, director ejecutivo de Kalera, una empresa que vende lechugas enteras, con las raíces intactas, en contenedores de plástico por más o menos el mismo precio que otras lechugas prelavadas.
En marzo, la empresa abrió una planta de 7150 metros cuadrados al sur de Atlanta que puede producir más de diez millones de cogollos de lechuga al año. Pronto habrá cultivos bajo techo similares en Houston, Denver, Seattle, Honolulu y St. Paul, Minnesota.
Según Malechuk y otros ejecutivos, la belleza del proceso es que no se limita a las temporadas. El costo y el periodo de cultivo para una cosecha se pueden predecir con precisión y las granjas se pueden construir donde sea que la gente necesite productos frescos.